Se me ocurrió venir a Mendoza y decidí hacerlo de la manera más barata posible: micro. Los precios van desde los $540 a los $890, siendo que hay vuelos por menos de $700. De todas maneras encontré un asiento en oferta en un micro de Andesmar cuyo precio regular era de $750 y quedaba a $540, lo compré sin dudar; el siguiente más barato era por Central Argentino a precio regular de $550, sin servicio y con más paradas.
El micro salió a las 16.45 de la terminal de La Plata, a horario. Se notaba que la unidad era muy nueva, todo estaba muy limpio, los asientos muy cómodos, todo parecía ir bien. Subió a la autopista pero para mi sorpresa tomó la bajada que va a la rotonda de Alpargatas y siguió por ruta 36 pasando por los peores lugares de Florencio Varela (incluído el Barrio Pepsi) a una velocidad que estoy seguro estaba por debajo de la mínima legal. Entró a la terminal de Berazategui, levantó 5 personas, cuyos pasajes combinados no llegan a equiparar el precio de la nafta que se gastó por dar todas esas vueltas innecesarias. A esta altura comenzó a darme un dolor de cabeza inesperado y, por supuesto, las azafatas no están autorizadas a proporcionar ninguna clase de medicamento por más que sea de venta libre. Por suerte (?) la señora que se sentaba a mi lado me ofreció un "Mejoralito" que era
todo lo que tenía.
-- Yo los tomo para el corazón -- Me dijo y dudé en aceptar. ¡Lo único que me faltaba era que tuviera un ataque por quedarse sin pastillas! --Tengo más -- Agregó, me quedé más tranquilo y acepté siendo lo único a
lo que podía acceder esperando que aunque sea me alivie un poco.
El camino siguió por la Calchaquí, pasando por Quilmes entrando a la Capital por el Acceso Sudeste, no sin antes recorrer unos basurales en donde unos chicos jugaban al fútbol y no dudaron en usar el micro de frontón para unos pelotazos mientras circulaba a bajísima velocidad.
Llegamos a Retiro a las 19.10 (sí, sí, 2 horas y 25 minutos después de haber salido de La Plata), subió bastante gente pero la odisea no terminó allí, hubo 3 (tres!) paradas más por suburbios conurbanenses, todos incluyendo paseos panorámicos con lo mejor de la precarización en cuanto a la construcción de viviendas.
El asunto principal de esta entrada de blog es que desde que salimos de La Plata y hasta que pusieron la película (ya en ruta, unas 4 horas después) sonó toda clase de música electrónica repetitiva por los parlantes de la unidad. Sentía mi cabeza dentro de un Pinball, siendo la pelotita, claro está.
Acá es donde me gustaría poner el acento; es cierto que yo estaba con jaqueca y que de esa manera cualquier mínima molestia se transformaba en una tortura, pero me intriga entender el razonamiento empresarial. En un micro con unos (digamos) 80 pasajeros de distintos grupos socioculturales, etarios y, como es de esperarse, de gustos musicales muy disímiles deciden sin más musicalizar el viaje a un volumen superior al esperable. Intenté ponerme mis auriculares y escuchar mi música, pero los pitidos repetitivos de esas orquestas de timbres asinfónicos no podían ser disimulados con melodías que dudo, ya no que gustaran a todos, sino al menos a una pequeña mayoría. Esto, sumado a la potencia de las luces de LED, hicieron que cerrar los ojos tuviera un efecto nulo al intentar mitigar que el brillo se clave como puñal en mis córneas y mi viaje fuera un calvario de 17 horas y media cuando debería, al menos, haber sido de de sólo 16 porque además llegó tarde a destino.
Señores de Andesmar, qué les parece si...:
En lugar de tener un viaje diario de La Plata a Mendoza sacaran uno día por medio, llenando el micro para no tener que hacer 200 paradas en otros lugares?
En lugar de poner música estridente e irritante pensaran en algo más "easy going" o neutro; música clásica, baladas o hasta "música de ascensor"? Tampoco me quejaría si no pusieran nada.
Lo positivo:
Quiero destacar la vigencia del clásico "Bingo Andesmar" que siempre logra descontracturar el viaje y hacerlo un poco más ameno aunque el premio sea un vino berreta de supermercado. Me encanta que mantengan esa tradición, aunque podrían hacer los cartones un poco más blandos para poder marcar mejor los números.
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