Thursday, September 27, 2007

Cuando la democracia parece no funcionar

La Constitución de la Provincia de Buenos Aires dice MUY claramente cuales son los 3 requisitos fundamentales para ser candidato a Gobernador:

Artículo 121.- Para ser elegido gobernador o vicegobernador, se requiere:
1- Haber nacido en territorio argentino o ser hijo de ciudadano nativo, si hubiese nacido en país extranjero.
2- Tener treinta años de edad.
3- Cinco años de domicilio en la Provincia con ejercicio de ciudadanía no interrumpida, si no hubiese nacido en ella.

Daniel Scioli no vivió durante 5 años en la provincia ni ejerció la ciudadanía aquí (no votó).
Francisco De Narváez es Colombiano, no es argentino nativo, ni hijo de argentinos nativos.

Según la ley máxima de la Provincia de Buenos Aires, ninguno de los 2 puede ser candidato.


Hoy, al poco tiempo de presentadas las imputaciones, la Junta Electoral se expidió y rechazó las impugnaciones de ambos candidatos (y de otros más que estaban custionados).
Sólo trascendió, al menos que yo sepa, las razones por las que le permiten a Scioli ser candidato.

Dicen que Scioli sí tiene domicilio en la Provincia de Buenos Aires, lo cual es cierto; obtuvo su cambio de domicilio el 20 de Diciembre de 2006, exactamente 8 días después de que se le ofreciera la candidatura.
Lo que no cumple (y es evidente) es con el tiempo necesario de residencia, pero evidentemente a la Justicia Electoral parece no importarle...

Pido al lector, por favor, no creer ciegamente en mi palabra, tome una constitución provincial y revise el artículo 121; si no cuenta con una búsquela en internet, no crea en la primera que lee, busque varias para constatar.
Quienes intentaron impugnar su candidatura afirman que llevarán el caso a la Corte Suprema de Justicia, lo cual espero que sea cierto, y que no sea en vano.

Triste, se rien de nosotros y en nuestra cara...

Wednesday, September 12, 2007

"Pale Blue Dot"

La Tierra, tomada por la Voyager 1 a 6.000 millones de Kilómetros. 14 de febrero de 1990.


“Tuvimos éxito en tomar esta fotografía, y al verla, ves un punto. Eso es aquí. Eso es casa. Eso es nosotros. Sobre él, todo aquel que amas, todo aquel que conoces, todo aquel del que has oído hablar, cada ser humano que existió, vivió sus vidas. La suma de nuestra alegría y sufrimiento, miles de confiadas religiones, ideologías y doctrinas económicas, cada cazador y recolector, cada héroe y cobarde, cada creador y destructor de la civilización, cada rey y campesino, cada joven pareja enamorada, cada madre y padre, cada esperanzado niño, inventor y explorador, cada maestro de moral, cada político corrupto, cada “superestrella”, cada “líder supremo”, cada santo y pecador en la historia de nuestra especie vivió ahí – en una mota de polvo suspendida en un rayo de luz del sol.

La Tierra es un muy pequeño escenario en una vasta arena cósmica. Piensa en los ríos de sangre vertida por todos esos generales y emperadores, para que, en gloria y triunfo, pudieran convertirse en amos momentáneos de una fracción de un punto. Piensa en las interminables crueldades visitadas por los habitantes de una esquina de ese pixel para los apenas distinguibles habitantes de alguna otra esquina; lo frecuente de sus incomprensiones, lo ávidos de matarse unos a otros, lo ferviente de su odio. Nuestras posturas, nuestra imaginada auto-importancia, la ilusión de que tenemos una posición privilegiada en el Universo, son desafiadas por este punto de luz pálida.

Nuestro planeta es una mota solitaria de luz en la gran envolvente oscuridad cósmica. En nuestra oscuridad, en toda esta vastedad, no hay ni un indicio de que la ayuda llegará desde algún otro lugar para salvarnos de nosotros mismos.
La Tierra es el único mundo conocido hasta ahora que alberga vida. No hay ningún otro lugar, al menos en el futuro próximo, al cual nuestra especie pudiera migrar. Visitar, sí. Colonizar, aún no. Nos guste o no, en este momento la Tierra es donde tenemos que quedarnos.

Se ha dicho que la astronomía es una experiencia de humildad y construcción de carácter. Quizá no hay mejor demostración de la tontería de los prejuicios humanos que esta imagen distante de nuestro minúsculo mundo. Para mí, subraya nuestra responsabilidad de tratarnos los unos a los otros más amablemente, y de preservar el pálido punto azul, el único hogar que jamás hemos conocido.”
CARL SAGAN






“We succeeded in taking that picture, and, if you look at it, you see a dot. That’s here. That’s home. That’s us. On it everyone you love, everyone you know, everyone you ever heard of, every human being who ever was, lived out their lives. The aggregate of our joy and suffering, thousands of confident religions, ideologies, and economic doctrines, every hunter and forager, every hero and coward, every creator and destroyer of civilization, every king and peasant, every young couple in love, every mother and father, hopeful child, inventor and explorer, every teacher of morals, every corrupt politician, every “superstar,” every “supreme leader,” every saint and sinner in the history of our species lived there - on a mote of dust suspended in a sunbeam.

The Earth is a very small stage in a vast cosmic arena. Think of the rivers of blood spilled by all those generals and emperors, so that, in glory and triumph, they could become the momentary masters of a fraction of a dot. Think of the endless cruelties visited by the inhabitants of one corner of this pixel on the scarcely distinguishable inhabitants of some other corner, how frequent their misunderstandings, how eager they are to kill one another, how fervent their hatreds. Our posturings, our imagined self-importance, the delusion that we have some privileged position in the Universe, are challenged by this point of pale light.

Our planet is a lonely speck in the great enveloping cosmic dark. In our obscurity, in all this vastness, there is no hint that help will come from elsewhere to save us from ourselves.
The Earth is the only world known so far to harbor life. There is nowhere else, at least in the near future, to which our species could migrate. Visit, yes. Settle, not yet. Like it or not, for the moment the Earth is where we make our stand.

It has been said that astronomy is a humbling and character building experience. There is perhaps no better demonstration of the folly of human conceits than this distant image of our tiny world. To me, it underscores our responsibility to deal more kindly with one another, and to preserve and cherish the pale blue dot, the only home we’ve ever known.”
CARL SAGAN

Wednesday, September 05, 2007

Maquinas de Soñar

El mundo es una gran simulación. Rodeadas de estímulos sensoriales, lo que nuestras mentes interpretan como real no es más que una hábil reconstrucción de nuestras neuronas. «Somos máquinas de soñar —explica el profesor Rodolfo Llinás— máquinas de soñar que construyen modelos virtuales del mundo real».
El científico colombiano, uno de las voces más prestigiosas en el campo de la neurociencia, ha llegado a la conclusión de que el cerebro es un sistema cerrado y autónomo, capaz de trabajar al margen de los cinco sentidos. «Lo que hay afuera no es necesaria y únicamente lo que los seres humanos vemos» —explica. «En realidad, afuera hay todo un caos lleno de cosas que nuestro cerebro no percibe porque no tiene necesidad de hacerlo para sobrevivir: ondas sonoras, electromagnéticas, átomos, partículas de aire, etc.»
De esta forma, en palabras del científico, la realidad externa no sería siquiera remotamente parecida a la percibida por otros seres vivos, como un perro o una mosca, y aquello que nosotros definimos como “real” no sería más que una especie de “alucinación colectiva estándar” en la que los humanos nos hemos puesto de acuerdo tras miles de años de evolución.
Fallos en Matrix
El “argumento de la simulación” ha vuelto recientemente a la actualidad a raíz de las declaraciones del filósofo de la Universidad de Oxford, Nick Bostrom, quien sostiene la existencia de una probabilidad significativa de que estemos viviendo en una realidad virtual simulada por un supercomputador. Lejos de la especulación pseudocientífica, las reflexiones de Bostrom están firmemente respaldadas por el trabajo de científicos como el astrofísico Martin Rees o el matemático John Barrow, quienes propusieron por primer vez la teoría de que formamos parte de un universo virtual construido por una civilización avanzada.
Por increíble que parezca, otros hallazgos científicos ponen sobre el tapete la inquietante posibilidad de que esa máquina, a la que podríamos denominar “Matrix”, presente fallos a medida que nos alejamos de nuestro planeta. En el año 1988, el astrónomo John Webb estudiaba quasares ubicados a 6 mil millones luz de distancia cuando descubrió que la velocidad de los espectros de la luz era ligeramente menor a lo esperado siguiendo las leyes de la relatividad de Einstein. Este hecho ha sido interpretado por algunos físicos como un resquicio que delataría el juego de simulación: a determinadas distancias, la realidad virtual simulada de nuestro universo dejaría de ser perfecta y se manifestaría por una variación de las constantes físicas. Siguiendo esta hipótesis, de la misma forma que nosotros hemos sido capaces de recrear universos simulados a nivel computacional, una civilización tecnológicamente más madura que la nuestra podría ser capaz de construir computadoras lo suficientemente poderosas para ejecutar un número astronómico de mentes similares a las humanas.Dicho extremo —como exponía brillantemente The New York Times— pondría fin a una cuestión teológica largamente debatida: ¿Por qué permite Dios la existencia de tanto “mal” en el mundo? Por la misma razón por la que existe la posibilidad de incluir variables como plagas o terremotos en los juegos de simulación como el World of Warcraft. La paz es demasiado aburrida para un supuesto “jugador”.
Hipótesis o realidad, lo cierto es que la multinacional Sony tiene registrada una patente para recrear mundos virtuales dentro del cerebro. La técnica, aún no desarrollada, se basaría en la estimulación de las neuronas asociadas a la percepción mediante pulsos de ultrasonido, de manera que la persona sería capaz de percibir como real algo que sólo estaría proyectado en su cerebro.
Y es ahí donde radica la inquietante conclusión expuesta al principio de este artículo por boca del profesor Llinás: estimuladas de la manera adecuada, nuestras neuronas no tendrían ninguna capacidad para distinguir entre una realidad hábilmente simulada y un universo real.

Extraido de: http://www.librodenotas.com
Me pareció genial, así que decidí postearlo... Quién dice que no sea cierto...?