Dimos muchas vueltas antes de poder llegar acá, y si recuerdan las peripecias que les conté de Malargüe, era todo para poder cruzar la cordillera.
El cruce es largo y lento y al pasar al otro lado el paisaje cambia lentamente; se empieza a ver más vegetación y cuando comienzan las casas da una impresión casi mexicana de película yanki.
Me sorprendió gratamente que hay pasos peatonales en la ruta y los autos frenan para dejar pasar a a la gente. Era todo muy feliz hasta que nos empezamos a llegar a la costa, notaba que los vehículos se acercaban cada vez más, hacían maniobras peligrosas y tocaban bocina por cualquier cosa. Valparaíso es un horror vehícular; los autos van a máxima velocidad en tramos muy cortos, los conductores están prendidos a la bocina, no tienen el más mínimo respeto por el otro o por los peatones, esto empeorado por la fisonomía tridimensional de la ciudad; subidas y bajadas por doquier, algunas tan empinadas que sólo se pueden subir en primera. Honestamente no le deseo tener que manejar en Valparaíso ni a mi peor enemigo.
Nuestra intención primigenia no tenía que ver con Valparaíso sino con Viña del Mar, pero el transito imposible de sortear nos llevó directamente y sin saberlo a esta primera ciudad balnearia por una semi autopista que bordeaba la costa. Hasta que hubo espacio y poco tránsito como para poder estacionar y mirar bien el mapa para para intentar desentrañar en dónde estábamos y cómo podíamos hacer para ir a la playa más cercana. Una vez que pudimos responder esos interrogantes, emprendimos hacia Viña del Mar con nervios de acero, ésta ciudad es bastante mas tranquila, la gente y la infraestructura se ve claramente mas parecida a lo que uno esperaría de una ciudad balnearia. Yo diría que era una mezcla de Mar de Plata con Miami.
Llegamos más o menos a donde pretendíamos, encontramos lugar para estacionar (tarea nada fácil), tomamos la cosas y no dirigimos a la playa. Un "trapito" trasandino nos indico que la estadía nos costaría unos $1000 con mucha amabilidad.
El mar: violento, casi tanto como los autos, la playa era pequeña y con una abrupta bajada, a 10 metros del la orilla se desplegaban olas de 2 metros de alto (o más), arrancando del suelo marino toda la arena posible, un chapuzón y quedé empanizado. Quise nadar mar adentro, pero el agua tenia tanta fuerza que no me pareció prudente, y la pendiente era tan empinada que el agua volvía con mucha fuerzapor la pendiente y al chocar con la ola que venía del otro lado te empujaba de arriba para un lado y de abajo para el otro. La temperatura del agua pone a Mar del Plata en una categoría de terma marina.
Queríamos ver Shoppings y esas cosas superficiales porque nos habían dicho que era todo muy barato así que decidimos verlo con nuestros propios ojos y llevarnos la desilusión. Aunque más tarde, de vuelta en Mendoza, hicimos nuevamente el cálculo y si se pagaba con tarjeta era muy conveniente.
Nos fuimos a Santiago a la noche, las autopistas son un lujo, muy cómodas para manejar y muy bien señalizadas, salvo por algún que otro loco que se te pega atrás a bocinazos limpios. Eso sí, cada peaje alrededor de $1600 chilenos (unos $32 argentinos). Para llegar a Santiago desde Viña fueron 2, desde el paso binacional hasta Viña fueron 3 ($1700, $2000 y $600) y desde Santiago de vuelta a Argentina también 3 (2 de $1600 y el último antes de cruzar la frontera $3300!!). Algo importante para saber es que aceptan pesos argentinos, aunque a una taza un poco elevada, pero sirve para salir del paso si uno no tiene chilenos encima, como fue nuestro caso.
Santiago pareció un poco más civilizado que Valparaíso, aunque las bocinas siguieron los autos ceden el paso y el manejar parece bastante más tranquilo.
La recomendación principal en Santiago es comer en el Mercado Central, todo el mundo nos mandaba ahí por la calidad de la comida y el precio, pero es todo pescados y mariscos, así que otra recomendación que agregaría es ir al Mercado Central que está del otro lado de la avenida (sí, ambos son mercados centrales y están uno enfrente del otro), en donde se puede encontrar fruta muy barata y un almuerzo muy rico en el piso de arriba.
El cerro Santa Lucía es una de las cosas que no deben dejar de visitarse, y desde la cima se pueden tomar muy lindas fotos, aunque me parece que lo más lindo está en los jardines, es ideal para llevar comida y almorzar ahí.
TIPS para tener en cuenta:
Autopistas desde el cruce hasta Viña del Mar aceptan pesos argentinos
Tránsito en Valparaiso es un infierno, evitar ir en auto.
Hay casas de cambio en los shoppings.
Los baños cerca de la playa son pagos, $500 para el 1 o el 2 y $1000 para banarse.
Estacionar en cualquier lado implica pagar un cuidacoches ($1000, aunque creo que puede ser regateable).
La nafta cuesta más de el doble que en Argentina.
Lugares para conocer en Santiago: Cerro Santa Lucía y almorzar en el Mercado Central (si te gusta la comida de mar) o en el Mercado Central de Frutas si preferís comer aún más barato.